Una canción que te haga perder la voz, una película que te emocione y arranque las lágrimas de tus ojos, una comida sabrosa, helado de chocolate, café, un libro interesante, una tarde de paseos, una noche de largas conversaciones, descansar, una risa contagiosa, una mirada inquietante a la par que fascinante, palabras amables y cariñosas, un abrazo reconfortante. Tampoco tienen que ser originales, basta con que las hagas especiales. Pero hazlas.

Hazlo.

Pequeñas barreras que impiden ver el mundo... Nos perdemos su belleza y espontaneidad. Perdemos detalle de esos pequeños momentos tan grandes que nos dan la vida en un segundo, que te devuelven la sonrisa cuando parecía ya perdida. Lo único que tenemos que hacer es abrir los ojos y observar, dejar de buscar grandes cosas e historias fascinantes dentro de un mundo en el que todo está inventado. ¡Vivamos improvisando! Sin normas, convenciones sociales u opiniones ajenas. Que nada ni nadie delimite tus deseos. Si es lo que quieres, simplemente hazlo.

Nada más

Esas lágrimas deberían tornarse en sonrisas. Pero no en una sonrisa cualquiera, si no de esas contagiosas que desprenden alegría. Todo debe cambiar, no puedes seguir así. Busca y encuentra el camino para deshacerte de esos pensamientos que te amargan las noches. Sin importar lo que pienses los demás. Que tu felicidad dependa de ti, nada más.

Quiero que me entiendan.

Gritar hasta desgarrarte la garganta, hasta que alguien te entienda. Demostrar que no sufres en silencio, hay más gente igual que tú. Lo único que te entristece es la incomprensión de todo lo que te rodea. Solo quieres ser escuchado, sin tener barreras ni sociales ni morales que te impidan expresarte a tu manera. Sin tener que dar explicación de todos los detalles, simplemente que con mirarte lo comprendan todo.