Un respiro.
Un soplo de aire fresco que te devuelve la respiración. Abres los ojos y ves que no hay final, todo sigue. Nada puede borrar tu sonrisa para siempre. Ni quitarte las ganas de reír, pero de reír bien, a carcajadas, de esas que se oyen de lejos y la gente se para a mirar. Rebosar felicidad, pero felicidad contagiosa, que tu entorno lo note y se alegren al verte. A veces lo único que necesitas es un respiro, un soplo de aire fresco.
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