jueves, 15 de mayo de 2014

Llega la noche.

Entre las sombras y el silencio de la noche te acechan toda clase de dudas. Todos tus miedo e inseguridades aprovechan la calma de la noche para aflorar y acostarse entre tus sábanas.

Son perversos, esperan a que estés solo, cuando todos duermen, el momento adecuado para que te sientas vulnerable. Justo cuando más necesitas el apoyo de alguien. Intentas evadirte y eliminarlos de manera inmediata, sin embargo son fuertes. Cuando consigues que uno se marche llega otro... y luego otro.

Tras liberar tus batallas internas caes rendido, te duermes sin saber muy bien el instante exacto... Y al despertar quedan leves heridas, nada que la noche no haya podido solucionar.

En ocasiones lo único que se necesita es enfrentarse a esas batallas internas, ganarlas y subsanar heridas de la mejor manera posible, para que así con el tiempo, la lucha sea más corta...

Llegará el día que no queden guerras en las que luchar...

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