Tan solo buscas sosiego, que nadie perturbe tus silencios. Ya tienes suficiente con el sonido de tus pensamientos que revolotean como frágiles pájaros asustados. Andan a su antojo y hacen de tu cabeza su lugar de recreo. Intentas controlarlos, pero siempre vuelven a su origen, al lado oscuro y temeroso del que intentas huir. Miras tu reflejo ante el espejo deseando acabar con ellos... tu reflejo los anima a comportarse como niños pequeños que quieren salir a jugar. Con lo fácil que sería no pensar, una sacudida de mano que los eliminara de inmediato. Dejar la mente en blanco.
Dejar la mente en blanco.
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